EPI



Protagonismo de las mujeres en la conquista de sus derechos humanos.


A.   Protagonismo de las mujeres en la prehistoria .

A lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres han desempeñado un papel importante, sin embargo, hay pocos estudios que describen su protagonismo.

Durante la prehistoria, las mujeres tuvieron un papel esencial en el desarrollo de los grupos humanos ocupándose de tareas esenciales para su supervivencia. De hecho, los restos arqueológicos recuperados indican que, desde el Paleolítico hasta la Edad de los Metales, la mujer no sólo realizaba tareas de reproducción, manutención y producción sino que también participó en trabajos fuera del ámbito doméstico como: caza, recolección o cultivo de la tierra, llegando en algunas ocasiones a alcanzar un fuerte poder social, apreciable en el mundo religioso y de la muerte (Museo de Prehistória de Valéncia, 2006).

En los inicios del siglo XXI ya nadie cuestiona el papel de la mujer como sostén indiscutible de los pueblos y las culturas desde la más remota antigüedad, no siembre ha sido así, y a lo largo de la historia aunque las mujeres han participado de todos los procesos económicos y sociales, demasiadas veces han quedado relegadas a un segundo plano e incluso totalmente ignoradas. Así ha venido ocurriendo también con las mujeres de la prehistoria[1].

Desde el siglo XIX, la investigación desarrollada en Europa sobre la Prehistoria ha proporcionado un conocimiento exhaustivo de los modos de vida de las sociedades del pasado. Sin embargo, es fácil comprobar cómo en los textos y exposiciones divulgativas sólo aparece “el hombre prehistórico”. La razón aducida para explicar este hecho es que los restos arqueológicos no permiten asignar con exactitud las actividades a uno u otro sexo y por lo tanto se usa el neutro masculino. Y así, las mujeres han ido quedando relegadas a un segundo plano, estáticas e invisibles.

Históricamente, a las mujeres de la Prehistoria se las vincula al espacio de hábitat, a la preparación de los recursos y al procesado de los alimentos. Pero además de todo esto, como el resto de los miembros del grupo, se ocuparían de conseguir parte de esos recursos, cazando pescando, recolectando y aportando agua o leña. Todos los trabajos son importantes para la supervivencia: ocuparse de las hogueras, almacenar correctamente los alimentos o eliminar la basura, donde también participaron las mujeres.

Durante la prehistoria, no había diferencias de sexo, ni de clase. Mujeres y hombres adquirían sus alimentos no solo de la caza de animales, sino también de recoger plantas, frutas y de atrapar animales pequeños. El poder que tienen las mujeres de dar vida era venerado en forma de poderosas diosas; el cuido de los niños suele ser una responsabilidad comunal.

El “neolítico” conllevó la domesticación de plantas y animales, un destacable crecimiento poblacional, una tendencia a la sedentarización de las comunidades, un cambio de mentalidad que favoreció la previsión y la creación de territorios estables, así como la aparición de reservas y almacenes. Se produce el control sobre el abastecimiento de alimentos, un paso decisivo en el camino del control de la naturaleza.

Durante el neolítico, la mujer aporta a la evolución de la humanidad como inventora de numerosos hechos culturales: la agricultura, diversas técnicas de transformaciones de productos alimenticios, farmacológicos, minerales, cerámica, curtido de pieles, artesanías del tejido, herramientas entre otras.

 

B.    Protagonismo de las mujeres en las luchas por los Derechos Humanos a nivel mundial.

Las mujeres jugaron un papel preponderante durante la Revolución Francesa; “la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789 marcó un antes y un después en la historia de Europa. Con la caída de la monarquía en Francia, terminaba un largo periodo de dominación aristocrática en el viejo continente conocido como Antiguo Régimen. La llegada de la Revolución supuso la introducción de derechos civiles y mejoras en las condiciones de vida de los ciudadanos franceses. Pero estas mejoras se referían solamente a los hombres. Las mujeres continuaban siendo ciudadanas de segunda, menores de edad ante la ley. Aún quedaba un largo camino por recorrer para conseguir la igualdad de género. Pero ya en aquellos años turbulentos algunas voces femeninas se alzaron en favor de sus derechos sentando las bases de lo que se convertiría en el feminismo moderno un siglo después. Las mujeres fueron, también, protagonistas intelectuales, luchadoras en las calles, víctimas y verdugos, de una Revolución que cambió por completo el curso de la historia”.

En 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en Francia, derechos fundamentales de los que las mujeres quedaban excluidas. En respuesta a esa exclusión, en 1791, la francesa Olympe de Gauges (1748-1793), redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en la que criticó abiertamente la Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadano. Por esa osadía, y por “haber abandonado las virtudes de su sexo y los trabajos domésticos para ponerse a politiquear” fue llevada a la guillotina dos años después. Igual suerte tuvo Mary Wolstonecraff , quien después de publicar su obra Vindicación de los Derechos de las Mujeres, fue condenada a muerte en 1792.

La escritora y activista Olympe de Gouges fue en gran parte responsable de la introducción de los derechos de las mujeres a la causa revolucionaria. Dirigiendo su folleto "Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanía" a la reina María Antonieta en 1791, Gouze se convirtió en una voz unificadora para las mujeres. Sus escritos, junto con su relación con el grupo político Girondino, fue también su sentencia de muerte. Fue denunciada como "antinatural" y guillotinada durante El Terror en 1793.[2]

 

Las mujeres participantes de estos esfuerzos son representativas de un movimiento emergente por alcanzar la igualdad de derechos para pensar y actuar, sin sometimiento ni subordinación, siendo uno de los primeros avances a su favor, en materia legislativa, la Convención de la Haya, en 1902, la que adoptó medidas internacionales acerca del matrimonio, el divorcio y la tutela de menores. En 1928, las mujeres crearon la Comisión Interamericana de Mujeres dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA), para luchar contra la discriminación por sexo[3].

 

En 1945, recién constituida la Organización de la Naciones Unidas (ONU), Eleanor Roosevelt (Estados Unidos) y algunas delegadas latinoamericanas y de otros países del llamado Tercer Mundo, lograron transformar el término Derechos del Hombre (creado durante la Revolución Francesa), por el de Derechos Humanos. Así, la ONU humanizó en su documento básico a las mujeres, ignoradas en la Declaración Universal de 1789 (Asamblea Nacional de Nicaragua, pág. 16, 2010).

 

Eleanor Roosevelt fue la primera Dama de los Estados Unidos de América entre 1933 y 1945, fue nombrada delegada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1946 por el Presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman. Fue la primera Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos y desempeñó un papel fundamental en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos. En un momento de crecientes tensiones entre el Este y el Oeste, Eleanor Roosevelt utilizó su enorme prestigio y credibilidad con las dos superpotencias para encaminar el proceso de redacción hacia su conclusión satisfactoria. En 1968, se le concedió de manera póstuma el Premio de las Naciones Unidas en la Esfera de los Derechos Humanos[4].

 

El primer texto jurídico que hizo referencia exclusiva a los derechos de la mujer llegó hasta en 1952. Fue la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer, aprobada en las Naciones Unidas (ONU). Se afirmaba que las mujeres tenían derecho al voto en las mismas condiciones que los hombres, que podían ocupar cargos públicos, y ejercer funciones públicas, según la ley nacional (Asamblea Nacional de Nicaragua, pág. 16, 2010).

 

C.  Protagonismo de las mujeres en la conquista de derechos humanos en Nicaragua

 

Etapa Prehispánica

De la historia de Nicaragua en la época prehispánica existe poca información. Los primeros pobladores de Nicaragua, fueron los Nahoas o Nahuas, que se desplazaron de México hacia Centro América, emigrando hacia el sur en búsqueda de mejores tierras. El éxodo duró entre 80 y 120 años, hasta su asentamiento en Nicaragua, quedando poblada por Nahoas y Chorotegas. Para su época, los Nahoas tenían una organización de Estado, y un avanzado desarrollo cultural. A la llegada de los españoles tenían una estratificación de clases sociales, integradas por: caciques, sacerdotes, guerreros y maceguales, o gente común. Al morir el cacique, su cargo lo heredaba su hijo mayor. En esa época, el rol de las mujeres en el comercio era fundamental: el mercado estaba reservado para ellas. En los mercados o “tiangues” solamente podían entrar las mujeres, los ancianos y los extranjeros, porque creían que éstos últimos eran dioses (Asamblea Nacional de Nicaragua, pág. 17, 2010).

 

Son escasos los registros históricos sobre el lado femenino de la sociedad. Las mujeres aparecen por lo general, de manera tangencial en la historia. Sin embargo existen referencias sobre las condiciones de vida de las mujeres hechas por cronistas, historiadoras (es), personas estudiosas de las culturas prehispánicas que a partir de nuevas perspectivas teóricas permiten desentrañar el origen de las desigualdades de género a lo largo de la historia (Hernández y Murguialday, 1993).

Los europeos a su llegada al continente Americano en el siglo XVI, no encontraron terrenos desolados sino todo lo contrario, amplios territorios poblados por diversas sociedades. Encontraron así, diferentes sociedades con distintos grados de desarrollo, dividido en dos tipos: sociedades autosuficientes y las sociedades excedentarias.

La principal característica de las sociedades autosuficientes es que no producían excedentes que pudieran ser comercializados. La reciprocidad, la solidaridad y cooperación caracterizaban sus relaciones. El campo militar era masculino, el familiar y religioso femenino; y el campo político y económico era compartido por ambos. Algunos sectores indigenistas consideran que en las sociedades aborígenes las mujeres ocupaban un lugar privilegiado en relación al género masculino.

El sistema de parentesco y la división clasista de la sociedad jugaron un papel determinante en la vida cotidiana de las mujeres de las sociedades prehispánicas. La pertenencia a una determinada clase social y a un determinado sistema de parentesco marcaban las actividades a las que podían aspirar a desarrollar tanto mujeres como hombres.

Los resultados de investigaciones antropológicas, arqueológicas, etnohistóricas y de antropología física de carácter científico realizadas en Nicaragua sobre los roles de las mujeres pre coloniales; que dejaron su testimonio en figurillas de arcilla, monéxicos de piedra, tumbas de guerreras y en la etnografía histórica escrita por los cronistas de Indias basados en la observación de la vida cotidiana de nuestras sociedades autóctonas. Estos resultados evidencian que las mujeres además de bellas, maternales y responsables de las actividades en sus hogares, también fueron líderes, consejeras, jefas, guerreras, caciques, sukias, entre otros roles que han sobrevivido en la memoria colectiva hasta manifestarse en la sociedad actual (García, 2006, Citado por Garcia y Espinoza, 2017).

 

En la ciudad de Managua, actual capital de Nicaragua, se encuentra emplazada sobre un gran yacimiento arqueológico. A orillas del lago Xolotlán se reporta el más grande de los asentamientos precolombinos conocido como sitio Los Placeres. Los estudios sugieren que la gente vivió sistemáticamente en esta zona desde 1000 a.C. hasta 1550 d.C. En el lugar se registraron evidencias culturales que sugieren el intercambio cultural y comercial de los pueblos a nivel de la región de Centro América y vestigios de lo que fue un gran Centro Ceremonial con enterramientos de mujeres jefas, guerreras y tejedoras.

 

En el sitio Los Placeres se registró un rasgo sepulcral que contenía restos de dos individuos de sexo femenino con edades de 25 a 30 años aproximadamente, el segundo esqueleto se encontró a 20 cm de profundidad, después del primer entierro. A estas mujeres las depositaron en una sepultura con un arreglo especial, se trata de una tumba en forma de cajón o “Cancel” diseñado con piedras (lajas) de talpetate unido por una argamasa de arcilla y arena fina. Las piedras parece ser que fueron ordenadas de oeste a este en forma lineal conformando dos muros por el lado norte y el sur, inclinados ligeramente hacía adentro.

 

Al final de la estructura o el muro sur se encontró un fragmento de metate, es probable que este haya sido depositado como un marcador o indicador de “estatus” social de las mujeres. Como ofrendas funerarias tenían (Ocre rojo), este elemento solo era depositado a personajes importantes en época precolombina, también le pusieron ruecas de arcillas y huesos humanos en las manos, símbolo de ser hiladoras.

 

Por el tipo de sepultura y sus ofrendas inferimos que se trata de tumba que compartieron “Dos Mujeres Jefas”. Este conjunto de elementos antropológicos culturales nos indica un posible linaje o sucesión de poder entre las mujeres. Este entierro ha sido fechado para los años 500 a.C. - 500 d.C., (García, 2006).

 

 

a)   La Resistencia Indígena en Nicaragua durante la Etapa Colonial

Desde la perspectiva española, y de la historia oficial predominante hasta hoy, el período de la conquista y la época colonial han sido resaltadas como un encuentro de culturas en una situación de paz relativa, obviando la realidad histórica de los hechos, que demuestran que fue un choque violento de civilizaciones, con el resultado impositivo de una sobre otra, con una destrucción de vidas humanas, principalmente de los aborígenes, que de manera permanente se opusieron al dominio del invasor.

Los cronistas más veraces de la época en toda América Latina, reconocen que las mujeres indígenas eran orgullosas, audaces, libres, trabajadoras, luchadoras y bellas. Éstos se sorprendieron del color de su piel y su capacidad para manejar el arco y la flecha.

Las mujeres indígenas resistieron con tenacidad y creatividad la invasión española de sus tierras, sus cuerpos y sus mentes. En cierto momento de la terrible historia de la conquista, las mujeres se negaron a tener sexo con sus esposos, pues no querían seguir pariendo niños y niñas que serían esclavizadas. Ésta es la primera resistencia conocida que las mujeres realizaron contra los españoles.

Se sabe por las crónicas de la época, que la población indígena de Nicaragua a la llegada de los conquistadores era aproximadamente de dos millones de habitantes. Ésta fue reducida a la tercera parte, debido a enfermedades que traídas por aquellos (sífilis, viruela, entre otros.), además de la explotación, esclavitud, y la resistencia de las mujeres indígenas a parir. Esta última medida fue tan fuerte que, en la segunda mitad del siglo XVII y primera del siglo XVIII, los españoles se vieron obligados a traer esclavos/as de África.

En la historia de América Latina, el mestizaje no fue producto del mutuo consentimiento de las partes, porque legalmente las leyes españolas prohibían la unión inter-racial (mezcla de español con indígena). El mestizaje casi siempre ocurrió forzando a las indias o por medio de violaciones.

Por su parte, el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, a partir del año 2007, encabezado por el presidente Daniel Ortega Saavedra, estableció que a partir de ese año la conmemoración de la fecha del 12 de Octubre de 1492, que antes era conocido como “El día de la Raza” o el “Día de la Hispanidad” celebrando positivamente el mestizaje español- originario, fuera cambiado al “Día de la Resistencia indígena, negra y popular”, para conmemorar la valentía de nuestros pueblos originarios y su vigencia cultural, así como la resistencia invisibilizada de los afrodescendientes (Centro de Estudios del Desarrollo Miguel d’Escoto Brockmann, Pag, 13. 2021).

 

b)   Protagonismo de las mujeres nicaragüenses en las luchas por la independencia.

 

En 1811 ocurrieron levantamientos contra España. Uno, en El Salvador, y varios en Nicaragua. La rebelión de Granada, que se declaró independiente de León y de Madrid, fue liderada por Manuel Antonio de la Cerda, Juan Argüello y doña Josefa Chamorro. Doña Josefa Chamorro nació en Granada en el año de 1784, dotada de carácter enérgico, espíritu espartano e inteligencia despejada, cualidades con las que desarrolló su don de mando y de gente; actividad y prudencia; tacto y sentido psicológico. Su casa de habitación fue sitio de reunión de conspiradores.

Según el historiador don Tomás Ayón, en Granada, se abrió causa contra doña Josefa Chamorro, por haber cooperado con la resistencia que la ciudad hizo a las tropas del Rey, atribuyéndosele, entre otros delitos: atentar contra el orden público, haber facilitado su casa para que sirviese de cuartel a una Compañía de Picheyos, y para que se asilasen en ella sujetos importantes que figuraron en la insurrección.

En 1852 los responsables de la Universidad de Granada le negaron ingresar a ese centro de estudios a la señorita Josefa Vega por su condición de mujer. Josefa era hija del prominente político Fulgencio Vega, el mismo que convirtió a Managua en capital de la República y que sería calificado por William Walker su peor enemigo. Indignado Fulgencio Vega, consiguió que el Jefe de Estado, Laureano Pineda, emitiera un Decreto Ejecutivo No. 7 , del 21 de Agosto de 1852, esta resolución presidencial indicaba a los responsables de la universidad, que en consecuencia pueden ser admitidas aun las señoritas que lo pretendan. Así tuvieron que aceptar a la señorita Josefa Vega, la que, luego de estudiar por unos años y rendir excelentes exámenes ganó el título de Bachiller en Filosofía.

c)   Protagonismo de las Mujeres Nicaragüenses en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN)

 

Desde 1927 hasta 1933, Augusto C. Sandino, peleó contra los marinos norteamericanos que entonces habían invadido Nicaragua. Las mujeres desempeñaron un papel muy importante en esta lucha.

 Sin embargo, como ocurre en todas las narraciones y recopilaciones de hechos históricos acontecidos en el mundo, la participación de las mujeres generalmente no es visible en los textos y publicaciones.

De hecho, cuando se analiza el período histórico de 1927 a 1934 no se detectan indicios de mujeres organizadas para combatir en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN), sin embargo, hay fotos que ofrecen testimonios de mujeres retratadas al lado de Sandino y su Estado Mayor. A través del testimonio oral se ha podido reconstruir aspectos importantes sobre la participación de las mujeres en esta etapa histórica. Se menciona que éstas se caracterizaron por sus acciones y actos heroicos en el EDSN, integrado por obreros y campesinos, realizando grandes sacrificios, y exponiéndose a peligros al igual que los combatientes por amor a la Patria. Sin los valiosos aportes de estas mujeres (campesinas, maestras de escuela, enfermeras, amas de casa y aun señoritas de la sociedad), no hubiese sido posible la derrota del imperialismo norteamericano por primera vez en nuestro continente.

Es oportuno destacar que, al igual que los hombres, muchas de las mujeres que parciparon en las distintas columnas del ejército, arriesgaron sus vidas y murieron por la patria. Entre las tareas identificadas que realizaron las mujeres están: mensajeras; inteligencia y espionaje; combatientes; encargadas de los aspectos médicos y enfermería; formadoras de redes de apoyo logístico y económico; adoctrinamiento y concientización, entre otros.

Muchas mujeres se integraron a la lucha en compañía de sus esposos, compartiendo juntos los peligros de la guerra. Edelberto Torres, en su libro “Los Pares de Sandino”, visibiliza y rescata a algunas mujeres que se destacaron en esta gesta, como Teresa Villatoro, de 28 años y de origen salvadoreño, quien dejó el negocio del comedor, que tenía en los minerales de San Albino con una hermana para integrarse al ejército de Sandino, junto con su sobrina Amalia Villatoro, llegando a ser jefa de una de las columnas militares. Esta mujer es la que se acerca más al perfil de combatiente; participaba en la toma de decisiones en algunas ocasiones; y se menciona que entre los múltiples actos heroicos en los que estuvo se encuentra el asedio y bombardeo a El Chipote, siendo herida en la cabeza durante un ataque de la fuerza aérea interventora.

Otra mujer combatiente fue María Altamirano, esposa del General Pedro Altamirano. Según cartas escritas por Sandino, él la llamaba La Generala, y fue jefa de un campamento en Las Segovias.

Algunos historiadores han escrito que Blanca Aráuz, “ella no era sólo la esposa, ni una simple acompañante, ella fue el complemento e inspiración de esa lucha” ya que además, durante seis años, lo acompañó sufriendo las calamidades del monte en todos los campamentos guerrilleros, falleció cuando dio a luz, el primero de junio de 1933. Está sepultada en el cementerio de San Rafael del Norte.

El 6 de marzo de 2015 fue aprobada la Ley N°. 897, Ley que Declara Heroína Nacional a Blanca Arauz Pineda, por el papel fundamental que desempeñó en la gesta libertaria del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, mediante sus indicaciones y participación en las estrategias militares, la dirección de la comunicación, la promoción del establecimiento de la paz y haber contribuido a la gestación, organización y conducción de la Cooperativa Agrícola del Río Coco Wiwilí.

d)   Protagonismo de las Mujeres Nicaragüenses en la Conquista del Derecho al Voto

La aprobación del voto femenino no fue una concesión de Anastasio Somoza García, quien durante décadas se opuso a este derecho, por el cual nuestras sufragistas iniciaron una larga lucha desde inicios del siglo XX.

A pesar de la importancia y trascendencia de la conquista del voto femenino, en Nicaragua el tema ha sido ignorado por nuestra historiografía, y la poca información disponible nos lo ha mostrado como una concesión de Anastasio Somoza García (1896-1956), obviando la lucha de nuestras sufragistas. Por lo tanto, hace falta visibilizar este hecho histórico y la lucha de éstas mujeres, quienes enfrentaron las dificultades que imponía una sociedad patriarcal que reducía su espacio al ámbito privado, al hogar, en donde sus principales funciones eran ser hijas, madres y esposas abnegadas, bajo la tutela de sus padres o maridos.

La conquista del sufragio femenino en Nicaragua, al igual que en el resto del mundo, enfrentó obstáculos relacionados con el pensamiento y modelo patriarcal. Para las sufragistas nicaragüenses, tener derecho a votar era vital para ejercer la ciudadanía plena; para la clase política criolla no era prioridad. Las primeras voces demandando el voto femenino en Nicaragua datan de inicios del siglo XX, y su principal abanderada fue la Profesora Josefa Toledo de Aguerri (1866-1962), quien además propugnaba por derechos laborales y educación universitaria (del Cobo, 2008). De acuerdo a la abogada y líder feminista, Guadalupe Salinas, también se destacaron en esta lucha las sufragistas Angélica Balladares de Argüello, María A. Gámez, hija y discípula del historiador José Dolores Gámez, y María Cristina Zapata Malais, todas de tendencia liberal (comunicación personal, 24 de febrero de 2011).

Las nicaragüenses fueron reconocidas como ciudadanas en 1950, (Constitución 1950) pero sin derecho a elegir y ser electas. El sufragio ubica a los ciudadanos de cualquier sociedad en una posición de igualdad, pues al momento de una elección, tan importante y preciado es el voto de un profesional, un analfabeta, un rico, un pobre, un hombre o una mujer. De ahí que alcanzar este derecho significó, para las sufragistas, una verdadera lucha por la igualdad.

El 20 de abril de 1955 se aprobó el voto femenino en Nicaragua y el 3 de febrero de 1957 las mujeres votaron por primera vez. Estamos a 57 y 55 años de estos hechos trascendentales en la vida política y social de cualquier sociedad. Es un momento propicio para conocer y reconocer a nuestras sufragistas, como Josefa Toledo de Aguerri, nuestra primera feminista, Angélica Balladares de Argüello, María A. Gámez y María Cristina Zapata Malais, quienes aunque no protagonizaron grandes marchas o protestas, como en otros países, sí alzaron su voz y su pluma para defender los derechos de las mujeres en una época en donde la costumbre y el espacio “natural” era el hogar.

e)   Participación de las mujeres Nicaragüenses en la lucha contra la Dictadura Somocista

La mayoría de las mujeres que llegaron a tener protagonismos políticos en la lucha contra la dictadura somocista lo alcanzaron a partir del inicial deseo de proteger la vida de sus hijos, eran señaladas como conservadoras y tradicionales políticamente, se encontraron casi inevitablemente obligadas a incorporarse a la actividad revolucionaria para conseguirlo. Esas mujeres que dieron su primer paso para defender a sus familias, se dieron cuenta muy pronto que sólo la total destrucción de la dictadura podría garantizarles esa defensa.

En los años 60, el FSLN formó la Alianza Patriótica de Mujeres Nicaragüenses, en uno de sus pronunciamientos, llamaba a las mujeres a superar su tradicional timidez y los prejuicios que las mantenían alejadas de la actividad política. “En nosotras existen fuerzas enormes que debemos emplear en la lucha revolucionaria, que es preciso desarrollar hacia la conquista de un gobierno auténticamente popular y antiimperialista”. Entre 1976-1977, un grupo de mujeres que mantenían estrechos vínculos con el FSLN creó la Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional, (AMPRONAC). Esta organización jugó un papel clave durante los años finales del somocismo.

Su primera Asamblea fue realizada el 29 de septiembre de 1977, en la Iglesia Las Palmas, en Managua. Fue constituida como una organización abierta de mujeres de partidos políticos y de mujeres sin partidos. Sus actividades estaban orientadas a la defensa de los derechos humanos; realizaron huelgas de hambre y movilizaciones callejeras. Lea Guido y Gloria Carrión fueron algunas de las fundadoras de AMPRONAC. En septiembre de 1979, esta organización se convirtió en la Asociación de Mujeres Nicaragüenses “Luisa Amanda Espinoza” (AMNLAE), nombre tomado de la primera mujer que murió en la lucha revolucionaria, el 3 de abril de 1970.

Los horrores de la dictadura dieron vida a la arraigada tradición de las madres revolucionarias de Nicaragua. Las mujeres nicaragüenses tomaron parte en la lucha contra Somoza de muchas formas. Fueron correos, mantuvieron casas de seguridad, participaron en movilizaciones en favor de los presos políticos y contra las medidas de la dictadura. Un número significativo de mujeres tomó incluso las armas y participaron en las insurrecciones de 1978 y 1979.

Para la operación guerrillera de Pancasán en 1967 fue la primera vez que una mujer combatió en las filas sandinistas. Gladis Báez, a los veintiséis años, mayor que muchos de sus compañeros soldados, venía de una familia de clase trabajadora de Chontales y había estado activa en el PSN (partido socialista nicaragüense) por diez años, antes de unirse al FSLN. Báez piensa que ella fue seleccionada porque su antecedente campesino y su experiencia de obrera convencieron a los dirigentes del FSLN que ella podía resistir los desafíos físicos de una guerra de guerrillas (Cuaderno Sandinista, 2019).

La experiencia de Gladis Báez en esta operación, es una Figura contundente de la actitud hacia las mujeres en el FSLN: en lo abstracto, acuerdo general sobre el derecho de las mujeres a participar en una base de igualdad, combinado con un tremendo desnivel en la conducta personal y en el grado de comprensión de los varones sandinistas, acerca del rol de las mujeres en la sociedad.

  

Actividades de autoaprendizaje

Escucha con atención la siguiente canción “Las Mujeres del Cua”

Con base a la canción reflexiona sobre lo siguiente:

  1. ¿Qué emociones y sentimientos le genera escuchar esta canción?
  2. ¿Qué derechos de las mujeres se violentan?
  3. ¿Qué protagonismo jugaron estas mujeres en la lucha de liberación?
  4. ¿Cómo me identifico con estas mujeres?

De manera voluntaria comparta su reflexión.


 Actividades Independiente

Estimado/a docente:

Elabora de manera creativa e innovador un mural digital o en físico, acerca del protagonismo de las mujeres en la conquista de sus derechos humanos.

Divulga a través de las diferentes redes sociales el mural digital o ubica en tu centro educativo en un lugar visible el mural


Actividades de Evaluación del Modulo

Al finalizar el modulo cada docente entregara a su coordinador de EPI el portafolio de evidencia del desarrollo de cada una de las actividades realizadas en cada encuentro, que será el acumulado como nota final del módulo.


Bibliografía según norma APA.

-   Tecnológico Nacional / Ministerio de la Mujer (2022). Cartilla para Protagonista “Derechos Humanos y Equidad de Género”.

-   Programa de Derechos Humanos de las Mujeres (niveles preprimaria y primaria) de los países miembros del SICA

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